Hoy en día, la ginebra es una de las bebidas alcohólicas más conocidas y consumidas en todo el mundo, sobre todo gracias a la moda de los gin tonics, elaboraciones que están viviendo un momento dulce, otro más en la historia de esta bebida.

Se trata de una bebida blanca, con alto contenido alcohólico que se consigue mediante la destilación de alcohol de diferentes cereales como cebada, centeno o maíz así como bayas de enebro. Actualmente hay un gran número de variedades y formas de elaboración, aunque las más conocidas son la holandesa y la inglesa.

Los orígenes de la ginebra

El origen de esta bebida nos lleva a la Holanda del siglo XVII y nació gracias a un boticario conocido como Leiden, quien mezcló la ginebra que se consumía en su momento (que por aquel entonces era de muy baja calidad) con bayas de enebro para suavizarla.

El nombre de ginebra procede del término utilizado en holandés «jenever» que quiere decir enebro, y que a su vez deriva de la palabra latina «juniperus», que es el origen de la palabra ginebra en castellano.

El éxito de esta bebida no tardó en llegar a diferentes puntos de Europa y cuando llegó a Inglaterra, el vocablo holandés se contrajo, dando paso a la palabra gin, que todos conocemos en la actualidad. Una de las ginebras más famosas es la conocida London Dry.

La ginebra seca es elaborada a partir del alcohol de cereales y un proceso llamado purificación fraccionada. El alcohol purificado es mezclado con bayas de enebro y otras clases de agentes saborizantes como pueden ser el comino, hinojo, cardamomo, anís, almendras, cáscara de naranja o semillas de coriandro y se destila, diluyéndolo hasta conseguir una graduación determinada.

En caso de la ginebra holandesa, se elabora de forma similar, aunque el alcohol no tiene tanta purificación, lo que hace que se conserve mejor el sabor del grano, dándole un sabor muy característico.